Aportación de Ferrer Peset Hermanos a la constitución
de Compañía Trasmediterránea
Última actualización: 14 de marzo de 2021
CARACTERÍSTICAS
Nombres y propietarios |
Cecile (1863-1890)
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Tipo |
Carga
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Año de construcción |
1863 (LR-1897)
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Constructor |
C. & W. Earle
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Número de construcción |
74 (Miramar)
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Fecha de la entrega |
Abril de 1863 (LR-1897)
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Final del buque |
Desguazado en Mahón en 1929.
(Historia de la Flota)
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Identificación |
1045919 (Miramar)
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Pabellón y puerto de registro |
Hasta 1916:
ESPAÑA - Mahón
Desde 1916:
ESPAÑA - Valencia
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Material del casco |
Hierro (LR-1897)
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Número de cubiertas |
2 (LR-1897)
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Separaciones transversales |
4 (LR-1897)
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Peso muerto |
710 t (Historia de la Flota)
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Registro bruto |
597 TRB (LR-1897)
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Registro neto |
301 TRN (LR-1897)
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Eslora e.p.p. |
63,21 m (LR-1897)
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Manga máxima |
7,38 m (LR-1897)
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Puntal |
4,79 m (LR-1897)
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Calado máximo |
3,40 m (Historia de la Flota)
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Potencia de propulsión |
90 NHP (LR-1897)
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Velocidad |
8,5 nudos (Historia de la Flota)
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Planta propulsora |
Una máquina de vapor tipo Compound, de dos cilindros de 610 y 1.168 mm de diámetro por 660 mm de carrera, fabricada por Earle´s Co. Ltd - Hull
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HISTORIAL
"Cecile", nueva construcción para Moss Steam Ships
La construcción de este buque fue encargada por la naviera inglesa Moss Steam Ships, de Liverpool, a los astilleros C. & W. Earle´s, de Hull,
siendo la construcción número 74 de la mencionada factoría. El buque recibió el nombre de Cecile y fue entregado a sus propietarios en abril de 1863.
El vapor "Cecile" bajo pabellón español
En 1890 pasó a pabellón español con el nombre de Correo de Cartagena y en 1893 fue adquirido por la naviera mahonesa La Menorquina, Sociedad
de Navegación a Vapor, para servir como buque reserva de los buques Menorquín Ciudad de Mahón.
La Menorquina fue constituida para optar al concurso que se convocó por real orden de 13 de julio de 1893 para la prestación de los servicios de correo desde Mahón a Barcelona y
Palma. El 2 de agosto de 1893 se procedió a la apertura de réplicas, y le fueron adjudicados los mencionados servicios.
El 22 de octubre de 1893 salió por vez primera de Mahón a Palma ostentando aún el nombre de Correo de Cartagena, que posteriormente se le sustituyó por el de
Comercio, cubriendo esta línea por espacio de varios meses, hecho que motivó quejas de la prensa de Mahón, por cuanto el buque destinado a tales servicios era el Ciudad de Mahón,
que fue fletado por el gobierno para el transporte de efectos militares desde Málaga a Melilla, mientras que el vapor Comercio sólo podía navegar en calidad de buque de reserva.
En 1895, al constituirse La Marítima, Compañía Mahonesa de Vapores, por fusión de La Menorquina, Sociedad de Navegación a Vapor y la Sociedad Mahonesa de Vapores, el vapor
Comercio dejó de prestar servicios en calidad de correo marítimo y pasó a ser propiedad de Goñalons y Cía, de Mahón, que lo dedicó al transporte de fruta desde Valencia a Inglaterra y a los
puertos del sur de Francia.
El 18 de octubre de 1894 salió de Barcelona con destino a Marsella y cuando navegaba a unas ocho millas de Sète rompió el eje y quedó sin gobierno y a merced del fuerte oleaje que
lo arrastró hasta la playa, en donde pudo fondear.
En 1901 sufrió en el puerto de Palma una importante reparación, instalándole una nueva caldera, construida en los famosos y acreditados talleres de Don Juan Oliver, «Maneu»,
renovando la cubierta y muchas planchas del casco.
Terminadas las obras de reparación, el 30 de Noviembre se tuvieron las pruebas ante el ingeniero del Lloyd´s Register of Shipping inglés Mr. Alberto Boston con resultado altamente
satisfactorio.
A su regreso se sirvió un lunch en el comedor a los distinguidos invitados, que eran atendidos por el propio armador don Guillermo Goñalons, saliendo para Marsella al objeto de
entrar en dique para limpiar fondos. Continuó dedicado al transporte de fruta y vino desde Málaga a Marsella, con escala en Valencia, Barcelona y Sète.
En julio de 1905, cuando navegaba frente a las costas del Levante español, prestó auxilio a la corbeta francesa France Marie, que, con un cargamento de bidones de
petróleo embarcado en Filadelfia, se dirigía a Palma y quedó seriamente averiada, remolcándola a Tarragona.
El día 6 de enero de 1911, el Comercio, al mando del capitán Mateo Seguí Darder, zarpó de Valencia con destino a Sette, con un cargamento variado compuesto de
bocoyes de vino y otras partidas de carga general, y durante ese viaje sufrió la rotura del eje de cola que lo dejó al garete durante cuatro días a merced de un gran temporal.
Alfonso Buenaventura, en su libro "Naufragios y siniestros en la costa de Menorca" nos relata con todo detalle los pormenores del siniestro:
"El 9 de enero de 1911, la estación costera “Marseille radio” recibía un mensaje procedente de un buque de pabellón inglés mediante el cual le informaba que el vapor español "Comercio", de la
matrícula de Mahón, se encontraba a la deriva y sin hélice a unas 20 millas aproximadamente de la costa catalana, más o menos a la altura de Palamós.
Inmediatamente se dio la orden de que se hicieran a la mar y en su auxilio dos buques: desde el puerto de Barcelona lo haría el "Inés", mientras que desde Sête lo hacía el "Colón", con órdenes
expresas de remolcarlo hasta Palamós, el puerto que les quedaba más cercano.
El primero regresó sin haber encontrado rastro alguno tras lo cual, la opinión de los expertos sería que, debido al fuerte viento reinante en la zona, el barco debía de haber sido arrastrado a
algún punto situado entre la Península y Baleares. En vista de ello, el día 11 a primera hora, el armador y propietario del "Comercio", el mahonés don Guillermo Goñalons, se entrevistó con el
comandante de Marina de Menorca con el fin de que pudieran tomarse las medidas oportunas desde la Isla. La noticia, que ya se había hecho de dominio público, había comenzado a causar gran alarma e
inquietud entre la población. Y así transcurrió casi todo el día sin que se tuviera conocimiento alguno sobre la suerte que pudieran haber corrido tanto el barco como su tripulación. El armador había
explicado que el barco había salido el día 6 de Valencia con un cargamento variado compuesto de bocoyes de vino -que portaba estibados y trincados en cubierta- y otras partidas de carga general. Pero
que el día 9 había recibido noticia de su consignatario en Marsella en que le comunicaba que un barco inglés había telegrafiado dando la noticia de haber encontrado al "Comercio" sin hélice a 40º 45’
N y 03º 33’ E y a una distancia de 20 millas de la costa. El consignatario había telefoneado entonces a Sête para que saliera desde ese puerto un remolcador en su auxilio, y fue precisamente por ello
que salió desde ese puerto el "Colón" y de Barcelona el "Inés".
Como los resultados de la búsqueda fueran negativos y siguiese reinando el fuerte temporal, sin visos de querer remitir, el armador se había puesto en contacto con el comandante de Marina de
Menorca informándole de los hechos y éste, ordenó a la Ayudantía de Ciutadella y al celador del Puerto de Fornells que extremaran su vigilancia en pos de indicios de la presencia del barco en sus
zonas. También avisó a los encargados de los semáforos y a los vigías. Nuevos mensajes tuvieron como destino las restantes comandancias de Marina de Baleares. Otra gestión realizada por el armador
fue la visita al gerente de La Marítima, señor Taltavull, para que alertara a sus buques en navegación al respecto, aunque se temía que éstos no pudieran hacer nada debido al fuerte ventarrón
existente. Posteriormente se recibió un telegrama procedente de Valencia notificándose que en ese puerto se había publicado la noticia de que en Niza se había recibido un despacho referente a que
frente a Canet de Perpignan se encontraba un buque pidiendo auxilio. En visto de ello, remitió la información al capitán del "Antonia", el otro vapor perteneciente a su misma compañía, que había
llegado al puerto de Palamós procedente de Valencia. Se le ordenó zarpara con rumbo a Sète, vigilando la costa de Perpignan y diera remolque al buque en el supuesto de hallarlo a la deriva. De no
encontrar nada debería quedarse en el puerto francés a órdenes.
Partió el mismo día 11 a las cuatro y media de la tarde. Al calmar el tiempo partió el vapor "Isla de Menorca", mientras se pensaba en avisar al "Monte Toro", retenido en el puerto de Alcúdia a
causa del mal tiempo, telegrafiándose a la Compañía Isleña Marítima, de Mallorca, para que igualmente prestaran vigilancia sus buques que estuvieran en ruta. Sería entrada ya la noche cuando se
producirían las primeras novedades: a las nueve el alcalde de Ciutadella había recibido la visita del guarda del predio Son Àngel, el señor Cabrisas, el cual tenía su cabaña emplazada en una zona
elevada cercana a la Cala Algaiarens y al refugio de pescadores de Ses Fontanelles. El hombre se había dado cuenta de que desde la una de la tarde un vapor parecía estar pidiendo socorro, estando
situado a una distancia de la costa de más o menos una milla y frente a los parajes mencionados. Se suponía podría tratarse del vapor “Comercio”, del cual se había anunciado que había perdido su
hélice en pleno viaje desde Valencia a Sête quedando a partir de entonces sin gobierno. Continuando con la información aportada por el guarda, éste manifestó que el barco avistado estaba pintado de
color rojo y enarbolaba una bandera blanca, hallándose exactamente frente al refugio de pescadores de Ses Fontanelles. La información fue rápidamente trasladada al señor Goñalons, quien intentó
telegrafiar al capitán del "Monte Toro", que se encontraba aún en Alcúdia, para que saliera en su auxilio. Pero a la hora expresada, las nueve y media de la noche, la estación telegráfica de aquella
población se encontraba ya cerrada por lo que el consignatario de La Marítima en Palma decidió partir en un automóvil a avisar personalmente al capitán del barco.
En lo que respecta a Menorca, se habían organizado dos expediciones: desde Maó marchaban hacia Ses Fontanelles el capitán de la Marina Mercante don Matías Riudavets y don Antonio J. Tudurí, como
representantes de la armadora, mientras que desde Ciutadella lo hacían el alcalde don Gabriel Saura, el administrador de la Aduana señor Polo, el jefe de los Carabineros y el de la Guardia Civil
junto con otros voluntarios. Cuando lo tuvieron avistado decidieron ponerse rápidamente en contacto con sus tripulantes. Los primeros contactos desde tierra con el barco se hicieron mediante el
encendido de fogatas, con el fin de que no se preocuparan dándoles a entender que su situación era perfectamente conocida en tierra y que el personal se encontraba en alerta y presto a dar el auxilio
necesario. Desde el buque, una vez alertados, se contestaba mediante faroles y con toques de silbato. En los alrededores se habían estado apostando varios miembros de la Guardia Civil. Y así
estuvieron, esperando el paso de alguna embarcación, de la que carecían, puesto que ellos no podían desde tierra llegar a donde se encontraba fondeado el vapor.
Como no apareciera ninguna, volvieron a emprender el camino de Ciutadella el administrador de la Aduana, el ayudante de Marina y uno de los representantes de la armadora. Una vez en aquella
población se pusieron en contacto con el señor Arguimbau, que era armador del pailebot "Comercio" el cual, a pesar de tener el mismo nombre que el del vapor que se pretendía auxiliar, nada tenía que
ver con él. Se le solicitó el concurso de su barco para dar el remolque ansiado, a lo cual accedió gustosamente su propietario embarcándose también con ellos y partiendo rumbo a Ses Fontanelles sobre
las doce y media de la noche. La travesía fue dura puesto que reinaba una fuerte marejada en la zona, además de una intensa corriente en dirección a poniente, es decir, contraria a la del punto de su
destino. Su motor de bencina no iba muy afinado, lo cierto es que también era poco potente ya que en ese tipo de barcos se utilizaba para facilitar las operaciones en puerto y el pailebot tenía que
hacer grandes esfuerzos para separarse de la costa hacia la cual le arrastraban las olas.
Una vez llegados a su destino, pudieron observar que el vapor averiado estaba fondeado a unas dos millas de distancia de la costa y su situación por el momento no revestía peligro. La avería
exactamente consistía en la rotura del eje de la hélice, aunque afortunadamente sin pérdida de ésta. A causa de los embates de la mar habían perdido también los dos botes de salvamento y las velas,
pero milagrosamente la tripulación se encontraba sin novedad a bordo. Comprobada la situación y teniendo en cuenta que no podrían remolcarlo puesto que el motor del pailebot no reunía en lo más
mínimo las condiciones necesarias al tratarse de un motor auxiliar, optaron por volver a Ciutadella, a donde llegarían a las siete y media de la mañana, sabiendo que de Alcúdia había partido ya el
vapor solicitado. A las seis de la mañana se cruzaba con ellos el vapor "Monte Toro", perteneciente a La Marítima, al través del Cap Bajolí, en navegación directa hacia Ses Fontanelles. El viento
seguía arreciando y el "Comercio", empujado por el mismo y con la ayuda del oleaje, garreaba preocupantemente y poco a poco se había desplazado hasta las inmediaciones de Cala Morell, donde había
vuelto a quedar enganchado en alguna roca. Consecuencia de ello sería que, al ir a tomar el remolque ofrecido por el "Monte Toro", la tripulación tuvo que desengrilletar ambas cadenas dejándolas
abandonadas con sus anclas en el fondo ante la imposibilidad de volver a virarlas. Acto seguido era remolcado en primer lugar a Ciutadella, donde tras amarrar en la boya a las nueve de la mañana,
dejaba la valija de la correspondencia, reemprendiendo nuevamente su camino con el remolque hacia Maó en cuyo puerto entraban sobre las dos y media de la tarde.
En las inmediaciones de Cala Figuera se habían concentrado ya muchos curiosos puesto que toda la población era conocedora de la noticia. El vapor fue conducido a amarrar a la boya fondeada frente
a la Aduana. El buque ofrecía a la vista de todos los graves desperfectos sufridos tras cuatro días de capear el durísimo temporal. El casco aparecía visiblemente escorado y con parte de su obra
muerta destrozada. Faltaban los portalones y en la cara interna de los palos se apreciaban jirones de tela y trozos de cabos, restos de lo que había sido su aparejo de fortuna. Sobre cubierta
únicamente restaban algunos bocoyes pues el resto había sido barrido por la violencia de las olas. El "Comercio" había zarpado de Valencia con buen tiempo pero al ir remontando la costa de la
Península había empeorado poco a poco hasta llegar al cabo San Sebastián y al hallarse a la altura del Cap de Creus (Girona) el NE había refrescado fuertemente, alborotando rápidamente la mar como
suele ser habitual en aquella zona. Hasta entonces había sorteado bien los embates de las olas pero al llegar a esa zona y encontrándose junto al islote Massa d’Oros, un peñasco más avanzado hacia el
E desde la Illa Encalladora, lo cual sucedería a las dos de la madrugada del día 8, partió el eje y quedó sin gobierno. Con grandes dificultades sorteó el peligroso islote, punto de reiterados
naufragios en aquella costa, para quedar desde entonces totalmente a la deriva y a merced de los elementos. Serían las once de la noche del día 9 cuando, al lanzar los cohetes de socorro, eran
avistados por un buque inglés. Se les acercó un bote proveniente del mismo en el que se había embarcado uno de los oficiales a interesarse por la situación. Comprobada la avería, se excusó de
facilitarles remolque debido a que tenían que llegar a una hora determinada a su puerto de destino. Se le solicitó, entonces, remolque hasta el puerto de Palamós, obteniendo nuevamente otra negativa
por respuesta. A lo que sí se prestó a realizar el oficial inglés fue a transmitir un mensaje de socorro a la costera Marseille radio dando conocimiento de la avería del barco así como su situación
para que les mandaran ayuda.
Continuaron en estas condiciones otras treinta horas, hasta perder de vista la costa. Con el temporal estuvieron apurados todo el día 10 y la noche siguiente en que se produjo una gran cerrazón,
los vientos se volvieron furiosos en extremo hasta el punto de que las olas barrían constantemente la cubierta, tal era su virulencia. La tripulación, junto con dos pasajeros que habían embarcado
para Sète, se hallaban recluidos en la cámara del capitán, temiendo lo peor. De pronto, una ola pegó con inusitada fuerza en la cubierta, arrancando de golpe los dos botes de salvamento y parte de la
superestructura, muy cerca de la cámara en que se encontraban recluidos. Al amanecer del dia 12 el viento remitió en su intensidad, apareciendo ante ellos la costa norte de Menorca. A su vista les
dio un vuelco su corazón, si bien la nueva situación les deparaba dos posibilidades: por un lado la salvación; por el otro el que pudieran estrellarse contra los agrestes acantilados que forman la
mayoría de la costa en esa zona. A las nueve podían comenzar a distinguir perfectamente el Cap de Cavalleria, siendo empujados poco a poco por las olas hasta las inmediaciones de la cala de Ses
Fontanelles, donde a las cinco de la tarde dejaban caer sus dos anclas en previsión de males mayores. A partir de ese momento comenzaron a hacer señales a tierra, aunque ignoraran completamente si
debían de ser observados por alguien ya que la zona es agreste y deshabitada. No sería hasta descubrir las fogatas en la playa ya entrada la noche, cuando comenzarían a despejarse sus dudas y
comenzarían a entrever el final de su inolvidable aventura.
De madrugada, observaron con enorme satisfacción que el pailebot "Comercio" se dirigía hacia ellos con su andar cansino, aunque nada podría hacer para sacarles de allí. Volvieron a garrear, lo
que les mantuvo en vilo, pero a la mañana siguiente llegaba el "Monte Toro" que tras ofrecerles varias estachas les llevó a remolque. El capitán explicaba, ya en puerto, las aventuras que habían
pasado durante el tiempo que duró la avería. Para él, el momento más apurado fue cuando una extraordinaria ola les arrebató la mayor parte de la carga estibada en cubierta; eran los momentos en que
el temporal había arreciado a su cota más dura. Desde el Cap de Creus hasta la costa de Menorca, arrastrados por el viento y las olas, calculó que se irían desplazando a la deriva más o menos a unas
dos millas y media por hora. En ese tiempo pasaron cerca de ellos un total de cinco barcos, dos de día y los otros tres durante la noche. Ninguno les prestó auxilio alguno a pesar de haberles hecho
todo tipo de señales. A la afirmación de que quizá no les hubieran visto el capitán, muy seguro, afirmó categóricamente que por lo menos cuatro de ellos sí las vieron. Durante la noche de mayor
intensidad de viento se alcanzaron temperaturas de dos grados bajo cero. Era el capitán del "Comercio" don Mateo Seguí Darder, un joven marino natural de Palma de Mallorca de 25 años de edad. El
resto de la tripulación la formaban 1 piloto, Primer y Segundo maquinistas, 1 contramaestre, 2 fogoneros, 1 calderero, 4 marineros, 1 carpintero de ribera, el mayordomo, el cocinero, el camarero y 1
pinche, casi todos mallorquines.
El 15 de septiembre, tras haberse realizado la reparación de todos los daños sufridos, realizó las pruebas de navegación correspondientes y al día siguiente zarpó rumbo a Sète en viaje
comercial."
Bajo la contraseña de Ferrer Pesset Hermanos
En 1914 los vapores Comercio y Antonia, fueron adquiridos por la naviera valenciana Ferrer Pesset Hermanos.
El vapor "Comercio" bajo la contraseña de Compañía Trasmediterránea
El 25 de noviembre de 1916 al quedar constituida Compañía Trasmediterránea por el aporte financiero y de buques de las navieras Compañía Valenciana de
Vapores Correos de África, Sociedad Línea de Vapores Tintoré, Ferrer Pesset Hermanos y Sociedad Anónima de Navegación e Industria, la naviera Ferrer Pesset Hermanos contribuyó con 15 millones de
pesetas, correspondiéndole 15.000 acciones y aportando los siguientes buques: Cullera, Comercio, Antonio Ferrer, Antonia, Cirilo Amorós, C.
Sorni, Ruiz Capdepón, Marqués del Turia, Joan de Joanes, Pérez Pujol, Félix Pizcueta, Peris Valeró, Españoleto y Poeta
Querol.
El vapor Comercio, con su nueva contraseña, estuvo dedicado, fundamentalmente, al transporte de fruta desde Valencia a Sète y Marsella. Durante los años veinte efectuó
varios viajes desde Tenerife a puertos del Levante y Palma de Mallorca, dedicado al transporte de gasolina.
Fin de su vida marinera
En mayo de 1929, estando el buque amarrado en el andén de poniente del puerto de Mahón, fue adquirido por Vicente Marí y trasladado a la ensenada de
Cala Figuera para proceder a su desguace.
Referencias documentales:
Libro corporativo del Centenario "TRASMEDITERRANEA. 1917-2017", de Juan Carlos Díaz Lorenzo, Francisco Font Betanzos y Laureano García Fuentes.
Libro "Historia de la Flota" de Juan Carlos Díaz Lorenzo.
Libro corporativo "Todo Avante" de Marino Gómez-Santos.
Libro "Naufragios y siniestros en la costa de Menorca" de Alfonso Buenaventura.
Libro "La Marina en las Baleares" de Juan Pou Muntaner.
Libro "Vapores de las Islas Baleares" de Ramón Sampol Isern.
Blog www.vidamaritima.com de Vicente Sanahuja.
Web www.miramarshipindex.org.nz
Lloyd´s Register Shipping años 1897 y 1923.
GALERÍA DE IMÁGENES
El vapor Comercio, el 13 de enero de 1911, a remolque del buque Monte Toro, tras la rotura del eje de cola
sufrida el 9 de enero anterior, que lo dejó al garete durante cuatro días, en medio de un fuerte temporal.
Del libro de Alfonso Buenaventura "Naufragios y siniestros en la costa de Menorca"
http://alfonsobuenaventura.wordpress.com
El vapor Comercio en aguas del puerto de Valencia.
Fuente: Memoria gráfica de Valencia
Archivo: Vicente Sanahuja Albiñana
En aguas del puerto de Valencia.
Archivo: lgf
Atracado en el muelle Bosch i Alsina del puerto de Barcelona.
Arxiu Municipal del Masnou
Atracado en el puerto de Valencia a la popa de su compañero de flota Mariano Cano.
Archivo: lgf
El vapor Comercio tomado por su amura de estribor en el puerto de Valencia.
Archivo: lgf
Atracado en el puerto de Valencia.
Archivo: lgf
El vapor Comercio en la factoría de Cala Figuera preparado para proceder a su desguace.
Archivo familiar de Vicente Marí Marí
Cortesía de Adelfa Marí
Tomada del blog de Alfonso Buenaventura http://menorcaislasinpar.blogspot.com
El vapor Comercio en una bonita acuarela de Ramón Sampol Isern.
Del libro de Ramón Sampol Isern "Vapores de las islas Baleares"